jueves, 9 de marzo de 2017

DÍA 8

No sabía dónde estaba. Todo mi alrededor estaba completamente sumergido en la oscuridad. No escuchaba nada. Tenía esa sensación de oídos taponados que suelo tener cuando subo la ventanilla del coche demasiado rápido. Estaba muy asustada. Tenía la misma ropa que el día anterior, por lo que no había ido a casa a cambiarme. Empecé a andar en línea recta, pero no me chocaba con nada, cosa que me parecía bastante extraño teniendo en cuenta lo torpe que suelo ser siempre.
Intenté palpar paredes o algo que me hiciera pensar que estaba en alguna habitación a oscuras, pero no logré tocar nada. No había nada a mi alrededor. Me senté en el suelo. No veía ninguna opción mejor. Acerqué las rodillas a mi pecho e intenté recordar que había pasado la noche anterior y qué era lo que me había hecho estar en ese lugar tan extraño.

Tras más de veinte minutos pensando, no recordaba nada, excepto mi caída por las escaleras. Me había golpeado la cabeza al caer. No entendía nada. Me toqué la zona en la que debería tener el golpe y nada, ni siquiera me dolía. Cada vez estaba más confusa.

Llevaba allí sentada por lo menos una hora. Estaba realmente aburrida. De repente, oí algo. Una voz muy lejana. No lograba comprenderla muy bien.

- ¿Hay alguien ahí? - Grité en la nada.

No obtuve respuesta, así que volví a intentarlo. No podía oir bien lo que la voz me decía. Así que me levanté del suelo y empecé a andar hacia donde yo pensaba que estaba. La voz seguía estando demasiado lejos para entender lo que decía, pero se escuchaba algo más fuerte. Me estaba acercando. Sin embargo, me quedé clavada en el sitio. Estaba reconociendo la voz que me hablaba. No. Las voces. Eran dos y no me estaban hablando a mi. Eran Joel y Daniel. Los dos estaban peleándose, aunque no lograba saber porqué. Entonces las voces empezaron a hacerse cada vez más grandes, hasta el punto de que parecían dentro de mi cabeza. Empecé a comprender lo que decían:

- Diana está así por culpa tuya - Decía la voz de Daniel. - No debía haberse fiado de ti.
- Daniel, no lo entiendes - Joel parecía realmente preocupado. - Es muy complicado como para que lo entiendas, así que comprendo que pienses que la culpa es mía.

Se hizo un silencio de repente. Tan grande que parecía que me había quedado sorda.

- Joel, mi novia está en coma - Se oyó lejos, pero lo suficientemente fuerte como para que lo entendiera a la perfección.

Mi cara cambió completamente. Estaba en coma. Ahora la pregunta era ¿Cómo puedo salir de aquí?. Empecé a andar pero cada vez me sentía más y más cansada. No podía apenas respirar. Me volví a sentar en el suelo esperando que la fatiga durase solo un segundo, pero no. No paraba de hiperventilar. Por un momento me sentí al borde de la muerte. ¿Qué me estaba pasando?

Dejé de respirar, no podía escuchar nada y las lágrimas salían de mis ojos. Segundos después inspiré bruscamente y volví a respirar. Me dio la sensación de que había estado muerta por unos segundos. Me asusté. Tenía que salir de esta oscuridad antes de que me invadiera de verdad. 

Caminé durante horas buscando la manera de salir de ese estado en el que estaba, pero ya no oía voces. Ni las de ellos, ni las de las enfermeras que de vez en cuando podía distinguir de fondo. De repente oí una voz que me hablaba como un susurro. 

- Diana, puedes salir de esta. Sabes como. 

La voz me parecía bastante familiar, pero se escuchaba tan difusa que no pude saber de quien era. Empecé a pensar. Sabía como salir, decía. Entonces, de repente, me acordé de que siempre había sabido distinguir el color de las personas, por llamarlo de alguna forma. Pero mi habilidad real era caminar entre los dos mundos.

Miles de recuerdos llegaron a mi cabeza. Las pastillas que estaba tomando hacían que no pudiera contactar con el otro mundo. Cuando decidí dejar de tomarlas fue cuando empecé a ver a Carlos, así que todo encajaba. 

Me centré en conectar los dos mundos como cuando era pequeña y poco a poco la oscuridad se fue disipando. Segundos después estaba mi alma enfrente de la cama en la que me encontraba tumbada, enganchada a una máquina que controlaba mis pulsaciones. Miré a mi alrededor y vi a mis padres en el sillón que estaba al lado de la cama, mirándome, esperando a que algo sucediera. Joel estaba en el pasillo. Se le podía ver sentado en las sillas de enfrente. La puerta de la habitación estaba abierta por petición suya. Y, al lado de la cama, en una silla, cogido de mi mano, apoyado en la cama y dormido estaba Daniel. Estaban muy preocupados por mí por lo que podía ver. Era normal en cierto modo. 

Lo único que tenía que hacer era tocar la mano de mi cuerpo para poder volver en mí y despertar del coma, pero no sabía si estaba lista para hacerlo. Tenía la sensación de que me quedaba algo pendiente. Salí al pasillo y, al lado de Joel estaba Carlos, aunque estaba más translúcido que de costumbre. Parecía un fantasma de verdad.

- Carlos, ¿qué te pasa? - Dije mientras le tocaba el hombro. Era la primera vez que le tocaba yo. Fue una sensación extraña. 
- Cuando a uno de nuestros protegidos les pasa algo nos empezamos a hacer invisibles. Somos responsables de que estéis bien y si morís... 
- Desaparecéis - dije sentandome a su lado. 
- Exacto - Miró hacia mi cama. Desde donde él estaba sentado solamente se me podían ver los pies, tapados por una manta.

Le di un abrazo y le di las gracias por cuidar de mí. Volví a donde estaba la cama y acaricié el pelo de mi madre, que estaba apoyada en el respaldo del sillón. Se despertó como si me hubiese notado, hizo una vista general de la habitación y volvió a apoyarse en el respaldo para dormirse. Volví hacia la cama y toqué mi mano. Me desperté poco a poco, como si me despertase de un sueño, como si solamente hubiera estado dormida. Le solté la mano a Daniel y le acaricié la cabeza. Se despertó y me abrazó. Le hice un gesto con la cabeza para que fuera a por una enfermera, pero le pedí que fuera en silencio para no despertar a nadie. 

Se fue. Mi cuerpo estaba cansado, al igual que mi mente, así que cerré los ojos para esperar a que viniera la enfermera y me quedé dormida. 

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