Y entonces empecé a correr.
Corrí durante horas, días, meses. Corrí hasta que se rompieron los zapatos. En un momento de debilidad eché la vista a atrás y me di cuenta de que no era el hecho de correr lo que me estaba haciendo cambiar. Eran las ganas de no volver a ser quien era, las ganas de empezar de nuevo.
Volví.
Huir no era la solución.
Había que cambiar, pero donde todo había empezado.
Volví. Y una vez en casa abracé a mi madre y llorando le dije: "He vuelto para mejorar. He vuelto para volver a ser yo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario