sábado, 28 de mayo de 2016

Su último vuelo

Quedarnos quietos. Eso es lo único que hicimos. Nos miramos durante un rato a los ojos, se me hizo el momento más largo de los que he vivido hasta entonces. El tiempo se nos escapaba de las manos. Quizás no éramos conscientes de que no nos íbamos a volver a ver. Quizás ambos odiábamos las despedidas. No sé cual fue el motivo, pero ninguno dijo nada. 

Llegó el momento de irse y no le dije "adiós". Daba por hecho que volvería a verle y podría explicar mi reacción de ese día, así que me giré y, dándole la espalda, me fui. 

Dos días después, mi mejor amiga llamó a mi puerta. "El avión no llegó a su destino. Se estrelló en el mar y no hay supervivientes", dijo. Mi cara cambió por completo. Mi corazón dió un vuelco. No me podía creer lo que me estaba diciendo. Tenía que ser un error. Estaba equivocada. Él no podía haber muerto en ese avión. Entré corriendo al salón, encendí la televisión y puse el canal de noticias. Allí estaba el titular que me hizo llorar. Me senté al lado de mi amiga en el sillón. "Pude decirle algo en el aeropuerto, decirle quizás que le amo o que no quería que se fuera", pensé. 

Me paré a pensar en nuestra despedida. ¿Por qué sería tan orgullosa? Podría haberle parado para que no se fuera y aún así le dejé marchar. Si no se hubiera subido a ese avión no estaría... Era mi culpa, lo sabía. Esa despedida me marcó. No fuimos capaces de quedarnos juntos. No fui capaz de decirle "Te quiero". Se fue, y ya no le volvería a ver.

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